Cuidado con el consumo de sal

Si bien el sodio en su justa medida es necesario para nuestro organismo, el exceso continuado no nos va a hacer ningún bien.

 

Calcular y registrar la cantidad de sodio que consumimos es tarea casi imposible. Cortar de raíz con la sal nos provocaría un choque demasiado grande y tampoco sería la solución adecuada. Pero sí hay maneras de controlarla modificando algunos hábitos.

 

Los condimentos y salsas que añadimos a nuestros platos -Especialmente cuando comemos fuera de casa- se mezclan a menudo con el alimento. Colocarlos a un lado permite calcular mejor su consumo tomando lo justo sin prescindir de ese sabor.

 

El sodio puede estar donde menos te lo esperas –como en el helado o en otros envasados–. Apenas tardamos unos segundos en leer y saber qué estamos comprando, y rápidamente te familiarizarás con opciones más saludables.

 

Almendras, nueces… son aperitivos deliciosos, pero se comercializan habitualmente bañadas en sal. Comprarlas sin sal y añadir posteriormente, si queremos, un poquito por nuestra cuenta, es una opción mucho más sana.

 

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La sal retiene líquidos en el cuerpo, por lo cual aumenta la presión arterial y favorece el desarrollo de hipertensión crónica, en un gran porcentaje los pacientes que sufren ataques cardiovasculares o enfermedades cardíacas llevan una dieta elevada de sodio.

 

Existe una gran variedad de hierbas aromáticas y especias en polvo que nos pueden servir para realzar los sabores de nuestros alimentos, no hace falta echarle sal a una comida que tiene vinagre, limón o aceite de oliva. Tampoco si le ponemos comino, cúrcuma, pimienta, orégano o albahaca.

 

Es una costumbre muy arraigada y por ello te llevará tiempo cambiarla. Tener el salero a la vista es perjudicial, ya que se trata de un estímulo para nuestro cerebro, probamos un bocado e inmediatamente le echamos sal. Incluso algunas personas esparcen estos granitos blancos antes de degustar la comida.